lunes, 22 de octubre de 2007

Los sevicios informales

En el Perú, el nivel de actividad de los servicios
informales es bastante alto. El más notable
es el servicio del transporte. En los países
desarrollados, el transporte público es generalmente
estatal; en los países subdesarrollados,
el transporte público es generalmente privado e
informal. Alrededor de América Latina, la emergencia
de grandes ciudades ha ido emparejada
con el desarrollo de grandes sistemas de transporte
informal.
En 1990, el 95% del transporte urbano del
Perú estaba en manos de pequeños empresarios,
cada uno dueño de su ómnibus o de su combi. En
ese mismo año, el cien por ciento del transporte
urbano público se fue a la quiebra. El gobierno
peruano disolvió la única empresa pública que
existía en el transporte urbano al venderle a cada
uno de los conductores su carro, informalizando
así por completo la actividad del transporte urbano.
También en 1990 el Alcalde de Lima liberalizó
el transporte urbano al declarar la libertad absoluta
de rutas, de tarifas, y de entrada y salida. Esto
obligó a los conductores de taxis a tener una gran
imaginación ya que, como empresarios que son,
tienen que identificar el deseo del viajero y ofrecer
servicios diferenciados.
La libertad de tarifas también ha producido
el fenómeno siguiente: hay todo tipo de servicios
y a todo precio. Si usted quiere ir
apachurrado como en una lata de sardinas, paga
un precio bajo. Si, por el contrario, quiere ir cómodamente
sentado en un vehículo con aire
acondicionado y televisor tiene que pagar un
precio distinto. Inclusive hay un servicio especial
nonstop entre un punto y otro, de tal manera
que ese es otro tipo de servicio y a otro precio.


cio.
Todo esto ha sido generado informalmente
tanto en los vehículos de alquiler, los taxis, como
en los vehículos de transporte masivo.
Mucha gente cree que casualmente esta ha
sido la clave por la cual el gobierno de la década
de los 90 no ha confrontado ni un solo acto de
rechazo de su política económica en diez años,
pese a haber hecho el ajuste económico más dramático
y profundo de América Latina, porque
todos los despedidos encontraron algo más ventajoso
que hacer.
La paradoja fue la siguiente:
La gente que salió del sector público como
consecuencia de los ajustes económicos, en
total, entre 500 y 600 mil personas,
inmediatamente comenzó a trabajar en el
sector privado, muchos de ellos dentro del
servicio de transportes. Sus ingresos en ese
sector eran mucho más altos, ya que los sueldos
durante un proceso inflacionista como el que
padeció el Perú (un millón por ciento de
inflación durante los cinco años del gobierno
de Alan García) eran mínimos –10 dólares, 20
dólares, 30 dólares, 50 dólares en el mejor de
los casos en el sector público–. En cambio, como
transportistas privados, ganaban tres o cuatro
mil dólares mensuales.

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